Síntomas, lenguaje de nuestro cuerpo que la homeopatía interpreta
Vaya por delante nuestro respeto y admiración a la medicina convencional, la que denominamos alopática, que tanto nos ha aportado y que nos resulta imprescindible para curar varios de los trastornos que padecemos.
Dicho esto queremos resaltar, lo que el Equipo de ABC Homeopatía considera, la gran diferencia entre la medicina convencional y la homeopatía y otras terapias holísticas (aquellas que consideran al ser humano como un todo inseparable y que atienden no sólo a los síntomas concretos sino a toda la persona, cuerpo, mente y emociones para curar su enfermedad):
Y es que mientras la homeopatía trata de interpretar qué nos está diciendo nuestro cuerpo a través de los síntomas que nos aquejan, leyendo así el problema de fondo que nos afecta a cada uno como persona, la medicina convencional se dedica a borrar sistemáticamente las palabras de ese lenguaje, es decir, los síntomas, sin ningún avance más, motivo por el que finalmente acabamos enfermando.
Hemos querido reproducir algunos párrafos del artículo El lenguaje del cuerpo y sus síntomas de la Psicóloga Clínica Alicia López Blanco, que nos han parecido brillantes y esclarecedores:
“El ser humano es una unidad con múltiples aspectos entrelazados… Un desequilibrio en un plano afecta a todos los demás en mayor o menor medida.
La salud holística integra lo que podríamos llamar un “conjunto de saludes”, si se me permite el neologismo, la salud del cuerpo, de la mente, de las emociones, del espíritu y de las relaciones. Todos estos aspectos se influyen recíprocamente en las experiencias personales de bienestar o malestar.
Desde este punto de vista, la enfermedad puede considerarse un desequilibrio que indica que, en algún aspecto, estamos alejados de nosotros mismos, hay algo que nos afecta y requiere de una toma de conciencia, y de algún tipo de cambio de nuestra parte. Propone un “darse cuenta” y una acción dirigida hacia la búsqueda del propio bienestar. Cada síntoma o enfermedad revela una realidad oculta y la expone, deja en evidencia algo que no queremos o no podemos reconocer.
Desde el punto de vista holístico toda enfermedad indica un desequilibrio que afecta a la persona entera, un desencuentro entre pensamiento, sentimiento y acción, y está relacionada con la coherencia y congruencia de la persona en su propia vida, por esto, ante cualquier enfermedad uno puede revisar cuerpo, mente, emociones y relaciones para tratar de entender qué cosa es la que no está alineada e intentar modificarla.
Tenemos la capacidad de pensar por nosotros mismos, de desarrollar ideas propias, y de evaluar lo que nos conviene confiando en los valores que hemos elegido. Hacernos responsables implica elegir lo que es bueno para uno y eso no siempre coincide con el deseo.
El conocimiento da poder, si no sabemos no podemos hacer nada pero si tomamos conciencia podemos apelar a recursos personales, sociales y culturales para accionar en la búsqueda de nuestra salud y bienestar.
El registro consciente de los mensajes que el propio cuerpo emite, favorece y promueve el autoconocimiento. Ese conocimiento o saber acerca de sí mismo facilita procesos de cambio y sanación, y la sanación está asociada al cambio de aquello que nos hace mal, eligiendo lo que es bueno para nosotros en lo referido al cuerpo, a la mente y a las relaciones.
En estos últimos se inscriben algunas recomendaciones como la de realizar actividad física de manera regular; una alimentación conciente; un manejo asertivo del estrés; el no consumo de tabaco, alcohol y drogas; el uso gratificante del tiempo libre; el respeto del tiempo de descanso y sueño; los hábitos de higiene personal y ambiental; los chequeos médicos; el desarrollo de una relación gratificante con nosotros mismos, el medio ambiente y el entorno vincular; encontrarle sentido a aquello que hacemos; estar en contacto con valores que nos resulten trascendentes para nuestra vida; y tener un manejo responsable de nuestras emociones y sentimientos.
Antes de “gritar” desde una enfermedad, el cuerpo suele “susurrar” a través de síntomas menores tales como los trastornos funcionales o tensiones y contracturas musculares. Si aprendemos a escuchar estos síntomas y a entender su mensaje podremos accionar de manera preventiva antes de que un desequilibrio mayor se instale.”
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