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    ABC HOMEOPATÍA

    La homeopatía a tu alcance

    Diálogos con un homeópata

    Libro: Diálogos con un homeópata

    Un libro imprescindible para quienes desean acercase y comprender la homeopatía.

    Queremos presentaros un libro fantástico del gran homeópata Zalman Jaime Bronfman, argentino, nacido en 1935 y que falleció en julio de 2.011, dejando tras de sí numerosos e interesantes libros.

    En Diálogos con un homeópata nos muestra de forma amena y muy asequible un relato imaginado, basado en las conversaciones reales con sus pacientes a lo largo de su extensa carrera, en el que contesta a cientos de preguntas de quien quiere entender qué le ocurre, porqué se cura con homeopatía, cómo funciona ésta y muchísimas dudas más que surgen a cualquier persona que se acerque a esta medicina.

    En sus respuestas simpáticas e ingeniosas logra explicar, con un lenguaje sencillo, la enorme complejidad, profundidad y amplitud de la homeopatía 

    Una insuperable obra de introducción a la Homeopatía que todo paciente debería leer.

    Encontraréis este extraordinario libro, o podéis pedirlo, en librerías.

    Os mostramos unos párrafos a continuación:

    «- Creo que le estoy haciendo la competencia doctor.

    – ¿Porqué?

    – Porque la semana pasada Jorge se enfermó y yo lo mediqué.

    – ¿Cómo? ¿Qué sucedió?

    – Tenía dolor de garganta y fiebre. La fiebre le bajó bastante rápidamente, en cuatro horas no tenía nada y había tenido 40 grados.

    – Pero Jorge quedó peor. Curó la angina pero él está peor.

    – Sí, pálido, irritable, desganado, no come. Va sin ganas a la escuela.

    – No hay duda: está más enfermo ahora que antes de su angina.

    – ¿Qué ha sucedido?

    – Que Mercurio 60 era el remedio de la angina, no el de Jorge. Ése no es el objetivo de la Homeopatía. Lo que usted hizo con Mercurio es lo que un alópata hubiese hecho con un antibiótico: curar la enfermedad, no al enfermo. Pero recuerde que siempre que se cure una enfermedad sin curar al enfermo que la padece se comete un grave error, porque tarde o temprano aparecerá otra enfermedad, más grave, comprometiendo un órgano más profundo, que mostrará que aquello que hizo posible la aparición de una enfermedad, no se ha modificado y tratará de expresarse con otro nombre.

    – ¿ Y en el caso de Jorge?

    – Si dejáramos a Jorge librado a su suerte, mañana, o dentro de una semana o dentro de un mes o dentro de diez años’le aparecería otra enfermedad, con cualquier nombre, pero de seguro más grave que una angina.

    – ¿Porqué?

    – Le repito: porque el trastorno de su fuerza vital que se manifestó a través de la angina febril, no se corrigió con Mercurio 60, ni se hubiese corregido con antibióticos.

    – ¿Es lo mismo en cuanto a daño el Mercurio 60 que el antibiótico?

    – No, el antibiótico es más dañino porque al efecto supresor añade su riesgo de intoxicación, disbacteriosis al matar gérmenes normales y útiles al organismo, probable sensibilidad alérgica, etcétera.

    ***********************

    – Perdone doctor, pero luego de la última consulta me han quedado algunas dudas.

    – Feliz de usted que sólo tiene algunas.

    – Bueno, estoy segura de que cada vez me surgirán nuevas.

    – Sí, seguramente. ¿Y cuáles son las actuales?

    – ¿Cuáles son las medicinas supresoras, o sea eso que usted me explicó, que curan un síntoma o una enfermedad pero que provocan la aparición de otra enfermedad más grave más adelante?

    – Todas.

    – ¿Todas?

    – Todas, inclusive la Homeopatía mal entendida, mal comprendida.

    – Sí, eso me sorprendió muchísimo. Yo creía que la Homeopatía nunca hacía daño.

    – Estaba en lo cierto sólo en parte.

    – ¿Porqué?

    – Porque si bien el medicamento homeopático carece de toxicidad, totalmente, puede curar síntomas y ello es dañino si el paciente no es curado.

    – ¿Y la cirugía?

    – Le mostraré con un ejemplo. Un paciente, por estar enfermo, presenta una apendicitis aguda. Un cirujano lo interviene quirúrgicamente, le saca el apéndice inflamado. Para el cirujano ya está todo hecho. Para él ya terminó este episodio.

    – ¿Y para el homeópata?

    – Un homeópata piensa que el enfermo está tan enfermo como antes, pero sin el apéndice inflamado.

    – ¿Y si el enfermo tuviese cálculos en la vesícula?

    – Exactamente igual. Al extraerle la vesícula el cirujano deja al enfermo tanto o más enfermo que antes, pero sin vesícula.

    – Pero en el caso de la apendicitis: si no se operaba podría haber muerto.

    – Así es. la operación le salvó la vida al paciente, pero lo dejó más enfermo que antes.

    – ¿Y usted qué hubiese hecho?

    – Hubiese tratado de diagnosticar el medicamento que al corregir la desviación de la fuerza vital, curara a ese paciente desde lo más profundo de su ser. Si lograra eso, también se curaría su apendicitis aguda, porque no puede haber partes enfermas en un todo sano. Una persona sana no puede estar enferma.

    – ¿Siempre se encuentra ese medicamento?

    – Desgraciadamente no siempre.

    – ¿Qué hubiese hecho en ese caso, de no haber encontrado el medicamento?

    – Llamar a un cirujano para que operase.

    – Lo mismo que hizo el alópata.

    – Sí, pero sabiendo que al enfermo, luego de extirpado su apéndice, hay que curarlo.»

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    Si quieres más información sobre los Zalman Jaime Bronfman  búscala en Homeopatía por un tubo, el BUSCADOR HOMEOPÁTICO de ABC Homeopatía.

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