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    ABC HOMEOPATÍA

    La homeopatía a tu alcance

    Más, y muy bueno, sobre el informe de Sanidad

    Artículo de Adrián Martínez sobre el informe de Sanidad

    El Dr. Adrián Martínez escribe de forma habitual en la sección de Salud del Diario Información de Alicante

    A raíz del resultado del Informe del Ministerio de Sanidad español, publicado por el diario El País, sobre las terapias naturales, se ha escrito y sigue escribiéndose en múltiples foros y en medios de comunicación que tienen su expresión también a través de Internet.

    Hoy nos encontramos con un artículo del Dr. Adrián Martínez Ramos, uno de los “padres” de la medicina no convencional en la provincia de Alicante, con más de veinticinco años de experiencia clínica y con grandes éxitos en el tratamiento de la fibromialgia, que nos aporta enfadado -y aderezado con su particular humor- datos sobre los intereses que mueven el mundo de la salud, el protagonismo de las industrias farmacéuticas y sus escandalosos y acallados efectos secundarios.

    Datos con opinión pura y dura, nos ha parecido una buena combinación que os reproducimos a continuación.

    «No voy a defender a las terapias naturales, éstas se defienden solitas en más de 9.000 consultas médicas españolas»

    Ya es hora de desmontar el Belén

    Artículo extraído íntegramente de la web diarioinformación.com

    Estaba con esa relajación de últimos tramos intestinales que da el saber que mi sueldo sería congelado -enésima vez- cuando cayó entre mis manos un documento sobre terapias alternativas (Acupuntura, Homeopatía y Medicina Natural) de las que me considero prescriptor, usuario y defensor. Documento que, aprobado en el anterior y muy leal Congreso de los Muertos Vivientes o Vividores, y auspiciado por el anterior Ministerio de la Risa (el de sanidad y otros chistes), concluía, en manifiesta declaración de guerra, que la «eficacia de las mismas no va más allá del efecto placebo y que su evidencia científica es limitada cuando no inexistente». Y entonces parió la abuela y muchos nos cabreamos.

    Hablaba de tranquilidad intestinal porque ante la inevitabilidad de la realidad impuesta suelo relajar los esfínteres y, circunspecto, disfrutar del momento. Compro vaselina pues su mediación homeopatíza el cabreo y promete combatir, sin asperezas, la sensación que produce leer estos informes a estas alturas de la película.

    Vaya por delante que recuerdo aquellos tiempos donde la misma autoridad sanitaria que ha dado luz verde a tal disparate fue avistada con una Power-Balance en su muñeca y que, al finalizar aquel telediario, se volvieron a publicitar actimeles, danacoles y otras leches, atribuyéndoles sin el más mínimo rubor, y ante el silencio de los más feroces críticos de las terapias alternativas (seguramente les pilló en misa de doce), propiedades casi milagrosas en el refuerzo de la inmunidad, en el descenso del colesterol y en el beneficio intestinal.

    Aquel Congreso, la ministra y la pulsera desaparecieron pero los otros camelos no.

    Pero no voy a defender a las terapias naturales, éstas se defienden solitas en más de 9.000 consultas médicas españolas. En su lugar utilizaré aquella estrategia que dicta que la mejor defensa es una buena información.

    Compartiré así parte de la vaselina con algunos de esos inmutables creyentes en las terapias farmacológicas oficiales que, al criticar en otras terapias su falta de eficacia y de evidencia (eso dicen ellos), incurren en aquello de la «paja en ojo ajeno» eliminando con frecuencia lo ocular y dando una localización mental a la primera.

    Mientras tanto la actividad profesional de muchos de ellos, inmersa en la que ellos mismos llaman «comunidad científica», suele caracterizarse por la intolerancia, la negación de los hechos, el dogmatismo y la defensa férrea de sus propias ideas, de sus motivaciones -a veces extracientificas- reiteradamente adobadas con argumentos de tipo testicular.

    Es seguro que no leyeron (o callaron y otorgaron) en el «Britisch Medical Journal» (prestigiosa revista médica escaparate de la oficialidad científica)) aquella investigación titulada «Clinical Evidence» en la cual se desvelaba que gran parte de las acciones terapéuticas farmacológicas oficiales con las que hoy se trata a los enfermos, no se justifican.

    De los casi 2.500 tratamientos analizados el 4% eran inútiles además de perjudiciales, del 37% había dudas razonables y del 46% ni siquiera había suficientes datos. Es decir que el 87% de los tratamientos utilizados no estaban, ni están, científicamente avalados.

    El estudio demostró, entre otros, la ineficacia de la quimioterapia; de las estatinas para bajar el colesterol; de muchos antidepresivos y de algunos antiinflamatorios.

    También denunció que solo el 11% de los tratamientos cardíacos están apoyados en la evidencia científica y que los protocolos médicos consensuados a nivel internacional por los expertos de cada especialidad no eran, ni son, fiables pues la mayor parte no han sido testados siendo impuestos por la industria farmacéutica a través de sus abnegados y bien remunerados peones.

    Por otro lado -sombra aquí, sombra allá- un trabajo «sin maquillaje» de Glen Spielmans, investigador de una universidad de Minnesota, aparecida en Bioethical Inquiry, y basada en documentos internos de la propia industria farmacéutica, desveló como ésta suprime habitualmente los datos negativos de sus ensayos convirtiendo auténticas basuras farmacológicas en verdaderos superventas mediatizados por ciertos personajes de prestigio médico e investigador.

    Solo así son comprensibles -por poner una muestra de grandes silencios de aquellos críticos de terapias más inocuas y seguras, tal y como se refleja en el documento del Ministerio de Sanidad- que un fármaco llamado Pradaxa haya ocasionado 260 muertes y siga en el mercado y que el laboratorio que lo fabrica haya dicho que tal número de defunciones está dentro de lo razonable; que los tratamientos hormonales sustitutivos sigan utilizándose en la menopausia; que el laboratorio fabricante de Zyprexa haya tenido que pagar 420 millones de euros para acallar las graves consecuencias y efectos secundarios del mismo; que lo mismo ocurriese con el Vioxx, con el Bextra, con el AvandiaÉ.

    ¿Tampoco leyeron al editor de The Lancet, a la ex-editora del New England Journal of Medicine, al ex-editor del Britisch Medical Journal y a otros tantos, incluyendo premios Nobel de Medicina, en su clamoroso intento de denunciar la impostura investigadora y el cinismo farmacológico en la que una parte de la medicina oficial trabaja?

    Harían falta decenas de páginas para exponer los innumerables ejemplos que demuestran, mientras se critica a la homeopatía o a cualquier otra medicina alternativa interpuesta por médicos, que el gran edificio sanitario oficial, sobre todo en su vertiente farmacológica, se fundamenta en datos, en recomendaciones y en criterios de fiabilidad y transparencia establecidos principalmente por la industria farmacéutica. Edificio que no se sostendría sin la presión que determinados lobbys ejercen en determinados despachos y sobre determinadas instituciones y personajes que dicen representarnos. Para soportarlo en silencio es posible que muchos, en feroz competencia, hayan decidido aumentar progresivamente su propia demanda de vaselina.

    Leer el artículo completo en la web diarioinformación.com

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    5 Comments

    1. Apreciada María, gracias por compartir tu artículo con nosotros. Es un muy buen trabajo, amplio y que, si nos permites, después de leerlo con más detenimiento, viendo los enlaces, le dedicaremos un artículo introductorio en esta web, y presentando la tuya, que hemos descubierto hoy y que nos ha gustado mucho.

      Saludos
      Equipo ABC Homeopatía

    2. A menudo los escépticos dicen que los seudocientíficos publican en revistas de baja calidad. Sin embargo he notado que los pseudo escépticos (de forma general) ni siquiera son capaces de publicar con buenos argumentos. Cuando un pseudo escéptico diga que un estudio que demuestra tal o cual cosa esta sesgado y fue publicado según ellos en una revista de poca monta, no olviden recordar lo siguiente:

      ¡Sí! los pseudoescépticos hablahispanos poseen una revista, pero no esta registrada en ningún lado, no pertenece a la comunidad científica, ni siquiera posee buenos argumentos, posee abuso de falacias ad-hominem. La revista es gratuita y no es peer review, ni cumple minímamente con algún entandar para su publicación. Se pueden descargar los números desde aquí y ver que cualquier persona sin formación científica puede publicar:

      http: //razonando.com/

      Sean atentos y pasen la voz que los pseudo escépticos poseen revista de poca monta, baja calidad y pésimos argumentos.

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